El Poder curativo de los Mares



Cuando hay época de buena siembra, se acostumbra cargar un enorme pedazo de hielo. El hombre lo carga en sus espaldas desde los nevados y lo lleva hasta el mar en donde lo deposita; le hace su pago, le habla, le agradece al mar para que renueve este proceso y no haya escasez de agua. Esto es una tradición de muchos pueblos andinos por miles de años.

El mar es lo primero que el dios Wiracocha creador de todas las cosas dio a este mundo, pues él mismo vino de allí. En nuestra cosmovisión, es de donde nacen todos los seres, el origen de la vida. El sonido de la naturaleza de los mares es de sanación y mántrico pues el vaivén de sus olas nos hace sentir el sonido del cosmos, de lo primigenio de nuestro origen como seres vivos humanos y animales. El sonido del mar nos hace recordar que somos infinitamente pequeños ante su grandeza y a la vez grandes en espíritu. Su poder sanador, curativo y reflexivo es vital para la armonización humano-naturaleza. Los hombres andinos le llamamos con respeto “MAMACOCHA”, madre de todas las aguas en legua quechua.

Transmite
Emilio Urbay
Músico
Perú

El Soplo o Pukuy y los Instrumentos de Viento


Hola, Emilio,
gusto en conocerte. Gracias por tus notas! Me gustaría leer acerca de tus flautas y tu música!!
Mis mejores deseos,
Pamela
Músico
New York-USA


Querida hermana Pamela:
En nuestros pueblos, el soplo o “pukuy” es de vital importancia: Sopla el viento o “wayra” que nos da la vida; también, sopla en el mar y las montañas que al encontrar un carrizo (que son plantas tubulares) las hace sonar con su soplido. Asimismo, el viento sopla entre los árboles y hacen sonar las hojas entre sí: eso es música para nosotros. Pero el respeto por el viento no solo se manifiesta haciendo sonar bonito a las antaras, quenas y demás instrumentos de viento, sino también, cómo soplamos con nuestro propio viento a las hojas de coca y el tabaco antes de ser consumidas o antes de ser ofrecidas en algún ritual; por eso y por muchas cosas más, el soplar es de mucho respeto; es una comunión y unificación con todas las cosas:

Se toca para divertir, para celebrar, para curar, para entrar en estados de conciencia elevada, para hacer pagos a nuestros centros ceremoniales que llamamos “huacas”, así como a las grandes montañas andinas llamadas “apus”.

Existen hermanos y hermanas que realizan diversas labores, como trabajar la tierra que es la misión de conservar nuestras plantas nativas, como la papa, la hoja de coca, la maca, la quinua, etc. Otros, dedicados por encargos muy antiguos, a la crianza de auquénidos como la llama, la alpaca, el guanaco, el cuy, etc. También están los “jampi” que son hombres o mujeres dedicados a proteger, sembrar, enseñar y sanar con plantas maestras y curativas.

En mi caso, soy músico y como muchos otros hermanos y hermanas, creo tener por encargo, hacer instrumentos musicales y tocar su música. Es la misión que me dieron en esta vida, ya que mi trabajo no solo es una vocación, es más que eso, un encargo que tengo que llevar mientras viva, y si los dioses tutelares me lo permiten, también llevaré este encargo después de la muerte física.

Construyo “quenas” y “antaras” (llamadas en el extranjero flautas pan), no solo de plantas como el carrizo y el bambú, o de barro o arcilla; también las hago de plumas y huesos que pueden ser de aves como las gaviotas marinas, los pelícanos y cóndores muertos en forma natural y de otros animales como las llamas y otros auquenidos, los que cuando encuentro muertos, extraigo de ellos sus plumas y huesos. Les agradezco, los trato como hermanos y les prometo llevar su mensaje después de muertos. Los instrumentos son réplicas originales de instrumentos Prehispánicos. Hago los mismos sonidos que existieron hace miles de años y los traigo a estos tiempos: En su afinación es raro encontrar notas exactas, como por ejemplo, escalas naturales o cromáticas ya que son microtonales. Y tal como se hacía en los tiempos antiguos, ensamblo esta música producida por estos instrumentos milenarios, ya que en la actualidad, no existe un sociedad o pueblo que se dedique a la ejecución de estos instrumentos por la antigüedad de los mismos (más de 1500 años), de allí que no se deba confundir con la “quena”, “zampoña o siku”, las que en la actualidad sí existen en pueblos que la cultivan por tradición.

El mensaje de los instrumentos que construyo es una forma de conexión con los antiguos sonidos ejecutados por gente de hace miles de años; gente sabia y sana. Es además, rescatar y reencontrarnos con nuestro pasado genético, saber y entender que somos seres humanos de luz por todo el mundo o “Alpa-mama” o madre tierra y con la “Pacha-mama” o cosmos.

Un abrazo de hermandad andina,

Emilio

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Emilio Urbay
Músico
Perú